dimarts, 20 de maig del 2014

Costumbres polacas

Eslavos pero latinos, centroeuropeos pero mediterráneos; los polacos siguen siendo bastante fieles a sus costumbres así como tradicionales con respecto a las normas de comportamiento. Para ellos, la educación es muy importante. Pero ante todo, los polacos son muy hospitalarios, de acuerdo con el proverbio “huésped en casa, Dios en casa”.


El carácter polaco


Nación de costumbres arraigadas, la hospitalidad de los polacos se pone de manifiesto al recibir a los huéspedes con pan y sal, tradición que perdura principalmente en ambientes rurales. Con esta actitud, las barreras lingüísticas desaparecen: la cordialidad de los gestos sustituye a la conversación.

Cada pueblo tiene su idiosincrasia y así ocurre también con los polacos, que por un lado están muy unidos a su historia, tradiciones y cultura y, por otro, se mantienen muy individualistas.

La tradición sármata (culturas prerromanas de los europeos del Este) ha influido mucho en el carácter polaco, que es una mezcla de rasgos como la hospitalidad, despreocupación, derroche de generosidad, alto sentido de honor y peculiar sentido del humor.

Esa mezcla conduce a la diversidad y a un trato interesante. Al polaco le gusta hablar mucho de su familia así como de la política, incluso de sus sueños y aunque se queja, siempre encuentra el lado optimista.

En la calle, el polaco se puede mostrar bastante reservado en un principio, pero rompe el hielo pronto. Al saludarse raramente se besan, a no ser que sean personas muy cercanas y, por lo general, la gente que no se conoce bien no se tutea entre sí. Incluso entre conocidos siguen utilizando “señor”  (Pan) o “señora” (Pani). Para los polacos tiene gran importancia la distinción entre conocido y amigo, reservando este último para personas verdaderamente cercanas.


Tolerancia religiosa


Aunque el 90% de los polacos se declaran católicos, también abundan las mezquitas, sinagogas e iglesias ortodoxas. Además de los católicos, en Polonia hay medio millón de feligreses de la iglesia ortodoxa, 130.000 testigos de Jehová, musulmanes y otros fieles.

Antes de la II Guerra Mundial, Polonia era un país en el que convivían varias religiones debido a la historia del mismo y sus fronteras, muy diferentes a las actuales. En las regiones orientales de Polonia perdura la religión ortodoxa y musulmana. Los islamitas tienen sus iglesias más representativas en Bohoniki y Kruszyniany, y algunos de los templos ortodoxos más bellos se encuentran en las montañas de Bieszczady.

Las sinagogas existían prácticamente en todas las localidades. Después del Decreto de Isabel la Católica de España, algunos judíos viajaron hasta Polonia, donde el Rey Casimiro les regaló tierras que se convirtieron en el actual barrio judío de Kazimierz de Cracovia.

En contra del fenómeno de las guerras religiosas en Europa, Polonia se declaró "tierra sin fuegos". Este credo está inscrito en la lista de los documentos más importantes de la Humanidad de la UNESCO. Por ello y por otros muchos motivos podemos hablar de Polonia como de un país de tolerancia religiosa en el que siempre han convivido pacíficamente varias religiones.

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